¡ABRACADABRA….QUESO DE CABRA!
Como sabéis tenemos un cole único y muy, muy especial. En él siempre ocurren cosas realmente fantásticas.
Pero, alguna que otra vez a lo largo del año, los niños y niñas salimos de nuestras aulas en busca de nuevas aventuras.
Ya antes de las vacaciones de Navidad habíamos estado contando los días que faltaban para que este momento llegará….Y después de mucho esperar , al fin llegó.
Con nuestras mochilas cargadas de ilusión , nos subimos emocionados en el autobús que nos llevaría a conocer la Quesería de la Crestellina en Casares.
Nada más llegar, conocimos a Luis, quien nos dió una cordial bienvenida y nos invitó a sentarnos en círculo para poder escuchar todas las cosas interesantes que tenía que enseñarnos.
Y , ¿sabéis qué fue lo primero que nos contó?… Pues sí, habéis acertado. Nos explicó como se inventó el queso. Y… ¿ queréis conocer la verdadera historia de este descubrimiento?, pues…, cuentan, que hace mucho, mucho tiempo, un nómada que viajaba por el desierto, llenó de leche sus bolsas de cuero y, después de varias horas bajo el sol, descubrió que la leche se había convertido en una masa blanquecina y sólida. Y es así como el hombre aprendió a conseguir este rico alimento llamado QUESO.
Después, Luis nos presentó a su amigo Juan. Y ¿sabéis qué?… nuestro nuevo amigo, además de pastor tiene un poco de mago.
Cada mañana, cuando el gallo canta su melodía, se levanta para pastorear y después ordeñar sus cabras payoyas.
Para que todos pudiéramos convertirnos en magos, nos trajo una gran olla llena de la leche que había ordeñado esa mañana y nos preguntó si queríamos ayudarle a hacer queso. ¡¡¡Por supuesto que sí!!!, le contestamos. Y así fue como aprendimos que el secreto para convertir la leche en queso está en añadirle un líquido que se encuentra en el estómago de las cabras llamado cuajo.
Una vez añadido, Juan removió la leche y todos juntos dijimos las palabras mágicas:
¡ABRACADABRA PATA DE CABRA, QUE ESTA LECHE SE CONVIERTA EN QUESO DE CABRA!
Para que la magia surtiera efecto teníamos que esperar un ratito, y mientras esperábamos, esto fue todo lo que aprendimos.
Se nos había olvidado contaros un detalle muy importante, y es que Luis, además de ser amigo de Juan, es veterinario y le encantan los animales y conoce muchas cosas sobre ellos.
Con él, aprendimos la diferencia entre animales domésticos y animales salvajes y también nos enseñó algunas imágenes de las especies propias de nuestra zona, como son el zorro, la jineta, el búho y el buitre.
Y entonces, algo increíble pudimos admirar, al levantar nuestra vista vimos, con nuestros propios ojos, como un grupo de buitres sobrevolaba la preciosa Sierra Crestellina.
Luego, nos convertimos en auténticos pastores y pastoras y aprendimos a ordeñar. Conocimos a Lola, una mamá cabra muy generosa que se dejó ordeñar tranquilamente por todos los niños y niñas. ¡ Mirad nuestras caras!
Hasta nuestras seños no se lo quisieron perder. ¡Qué divertido!.
Pero mientras unos ordeñábamos, otros visitábamos la casita de las cabras payoyas de Juan. Algunos de nosotros sentimos un poco de miedo, pero el poder estar cerca de los animales, acariciarlos, cogerlos y abrazarlos nos ayudó a vencerlo.
Visitamos también la habitación donde están los bebés y sus madres y Luis nos contó que esa misma noche nació este borreguito. ¡Qué suerte habíamos tenido de conocer a este pequeño!
Pero, no pudimos quedarnos mucho en la casa de las cabritas, porque como dice el refrán “la cabra tira al monte” y nuestras amigas necesitaban volver a salir a pastorear y respirar el aire puro de esta sierra.
¡Cuántas cosas estábamos aprendiendo! y, ¡cuantas más nos quedaban por aprender!. Antes de ir a desayunar nuestros bocadillos, Juan nos enseñó una herramienta que los abuelos de sus abuelos, pastores como él, usaban para cuidar del rebaño y que se conoce como el tiro con honda. Después de enseñarnos como se usa nos hizo una pequeña demostración.
Y por fin, llego el momento que estábamos esperando, estábamos nerviosos por saber si nuestras palabras habían sido realmente mágicas y si la leche se había convertido en algo más. De nuevo sentados en círculo, y muy atentos a Juan, abrimos nuestra olla para ver que había ocurrido y….¡tachán!… la leche se había transformado en esa sustancia sólida y blanquecina de la que hablaba el cuento: ¡se había convertido en cuajada!
Ya teníamos el ingrediente principal, sólo nos quedaban los últimos pasos para conseguir nuestro propio queso.
Primero, Juan cortó la cuajada en pequeños trocitos
y después, con ayuda de nuestra seño y de Luis, colamos el suero que había en la olla.
Por último, nos explicó que hacer con la cuajada. Hicimos una bolita, como las que hacemos en el cole con la plastililina, y después la colocamos dentro de un molde hecho con esparto llamado pleita.
Luego, nosotros solos, prensamos la bolita con nuestras manos para que el suero escurriera en una tabla de madera llamada entremijo. Después desmoldamos nuestros queso, le echamos sal para que se conservara y…¡listo!. Sólo nos quedaba guardarlo en nuestras mochilas para comérnoslo con nuestras familias esa misma noche.
Mientras un grupo hacíamos artesanalmente el queso, otro visitábamos la fabrica para conocer el proceso de elaboración del mismo.
Antes de subirnos al autobús que nos traería de vuelta al cole, pudimos degustar el queso tan rico que se obtiene de la leche de las cabras payoyas de nuestro amigo Juan. ¡Ummmmm, delicioso!.
Gracias Juan, gracias Luis, gracias seños por compartir esta nueva aventura con nosotros y hacer de este día, como decía nuestro amigo Dani de 5 años, uno de los mejores días de nuestras vidas.
Estos son algunos de los dibujos que hicimos este día tan especial e inolvidable. ¡Esperamos que os gusten!
¡HASTA LA PRÓXIMA AVENTURA AMIGOS!