De excursión a la granja
El veintisiete de mayo amaneció soleado, un día casi veraniego. A las nueve y media de la mañana partió la caravana de autobuses repletos de niños cargados de ilusión, risas, nervios y muchas ganas de pasarlo bien.
A nuestra llegada nos esperaban unos monitores y monitoras dispuestos a enseñarnos cómo es la vida en una granja.
Toda las actividades estaban ya organizadas, pero lo primero es lo primero y comenzamos por desayunar.
A lo largo de la mañana pasamos por los distintos talleres. Recoger plantas aromáticas para guardar en saquitos, dibujar una oveja y decorarla con pelo auténtico, tirar al arco, hacer pan, pasear en calesa tirados por un borriquito, visitar a los animales domésticos, conejos, cerdos, cabras, patos… fue nuestro trabajo, ¡qué divertido! ¿verdad?
El almuerzo fue muy alegre porque nos sentamos en una mesa gigante con todos nuestros amigos y comimos uno de nuestros platos preferidos “macarrones.”
A la vuelta, muy cansados, nos dormimos casi todos en el autobús. Había sido un día muy intenso y una experiencia inolvidable que llevaremos siempre en nuestra mente y en nuestro corazón.